lunes, 12 de febrero de 2007

5 inutilidades del colegio


1) Hacer logaritmos.
Todavía no he visto a nadie que en un reunión de trabajo, diga: No lo han entendido, tranquilos, lo volveré a explicar con un práctico logaritmo. ¿Dónde tendría que trabajar para ello? ¿En la Nasa?

2) Aprender latín.
Ocurrió el pasado verano. Me encontraba en un exótico país y nadie entendía mi idioma. Necesitaba urgentemente un lugar para comer. Me dirigí a un lugareño y le dije: “Usquetantun Catilina, patiencia nostra”. Luego le decliné el rosa rosae sin equivocarme. Me abrió las puertas de su casa y de su restaurante. Pues no.

3) Saltar el potro.
Quizá dentro de poco lo incluyan en la lista de requisitos para solicitar una hipoteca, pero, hoy por hoy, no conozco a nadie que vaya saltando potros en la vida adulta.

4) Tocar la flauta.
Imagínate, es el cumpleaños de tu mejor amigo o el día de la Hispanidad Mundial. Después de una comida fraternal, sacas la flauta dulce y comienzas a interpretar el Noche de Paz. Lo que suceda a continuación, entre abucheo o lapidación, depende del grado de amistad con los presentes.

5) Memorizar listas.
Desde la lista de los reyes godos, a los nombres de los ríos de Francia, pasando por los validos de Enrique VIII. A mí, hasta ahora, en ninguna entrevista de trabajo me han pedido si los puedo recitar, o si el Loira va antes o después del Garona.

DUDA: ¿No podría utilizarse ese tiempo en otra actividad? ¿En aprender bien inglés, por ejemplo?

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