1) El diario íntimo de Sally Mara, de Raymond Queneau
2) Los monólogos del Club de la Comedia
3) Cualquiera del Petit Nicolas
4) Los cuentos sin plumas, de Woody Allen
5) Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza
jueves, 31 de julio de 2008
5 actividades para practicar en verano
miércoles, 16 de julio de 2008
5 tipos de salmón
1) Sobre blinis, ahumado y con hinojo.
2) El de las páginas de economía.
3) Salmon P. Chase, abogado y político.
4) El de la calle de Veracruz.
5) Calamaro con su disco, quíntuple.
2) El de las páginas de economía.
3) Salmon P. Chase, abogado y político.
4) El de la calle de Veracruz.
5) Calamaro con su disco, quíntuple.
Mi vida en 5.0
00.01.00 Accedo a mis cuentas de correo electrónico.
00.02.00 Me doy una vuelta por flickr, alguien de Cincinnati me recomienda sus fotos.
00.03.00 Entro en una web que me agota, esto debe ser twitter.
00.04.00 Un viejo conocido quiere ser mi amigo de facebook, le digo que sí.
00.05.00 Actualizo este blog y pienso en lo extraño que es todo fuera de aquí.
00.02.00 Me doy una vuelta por flickr, alguien de Cincinnati me recomienda sus fotos.
00.03.00 Entro en una web que me agota, esto debe ser twitter.
00.04.00 Un viejo conocido quiere ser mi amigo de facebook, le digo que sí.
00.05.00 Actualizo este blog y pienso en lo extraño que es todo fuera de aquí.
viernes, 4 de julio de 2008
5 cosas que hacer en la vida
Escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo
NOTA: Alguno dirá que son sólo tres, pero también es posible que los libros sean dos, el árbol ninguno y los hijos tres; o los libros ninguno, los árboles cuatro y el hijo uno; o... ¿A quién se le ocurrió que sólo podían ser tres las cosas? ¿Por qué no dejamos que la gente elija lo que quiera escribir, plantar o tener?
NOTA: Alguno dirá que son sólo tres, pero también es posible que los libros sean dos, el árbol ninguno y los hijos tres; o los libros ninguno, los árboles cuatro y el hijo uno; o... ¿A quién se le ocurrió que sólo podían ser tres las cosas? ¿Por qué no dejamos que la gente elija lo que quiera escribir, plantar o tener?
miércoles, 2 de julio de 2008
5 (no) cuentos sobre chinos
No son exactamente cuentos, pero te cuentan.
Son exactamente cinco pero, como todo allí, podrían ser cinco millones.
Para cinco momentos:
Uno) El gallo de hierro por Paul Therroux.
El autor de La costa de los mosquitos hace un viaje, e infinidad de ellos.
Para leer en los tren y recordar al abandonarlo. Para mecerse con el aturdimiento gris que provoca salir de una caja tibia y llegar a una estación desconocida, cuando no sabes bien dónde ir ni qué vas a encontrar.
Dos) La ciudad prohibida por Anchee Min.
Para leerlo camino de y en Pekín, y para buscar allí las salas que aparecen en la novela.
Y recordar que, cuando se "invitaba" a una mujer al suicidio porque había hecho algo "malo", se le ofrecía un pañuelo con el que ahorcarse.
Tles) Cartas a la antigua China por Herbert Rosendorfer.
Un mandarín del siglo X viaja en el tiempo hasta la Alemania de los años 80.
Más cerca de El antropólogo inocente que de Sin noticias de Gurb. Para inspirarse antes de comenzar a escribir postales.
Cuatlo) Adiós a mi concubina por Lilian Lee.
Sobre los inicios de la revolución cultural y su intento, no siempre afortunado, de cambiar la sociedad.
Recomendable para Shanghai y antes o después de ir a la ópera. Allí, quizá a la protagonista le ofrezcan un pañuelo, no por culpa sus acciones sino como obligación al sacrificio.
Cinco) China para hipocondríacos por José Ovejero.
Para dejarnos acompañar por una voz, a veces pedante y otras, enternecedora.
Cuando te produzca extrañeza la comida, los lavabos públicos, las maneras de escupir o el comportamiento ante las taquillas y necesites comprender.
Son exactamente cinco pero, como todo allí, podrían ser cinco millones.
Para cinco momentos:
Uno) El gallo de hierro por Paul Therroux.
El autor de La costa de los mosquitos hace un viaje, e infinidad de ellos.
Para leer en los tren y recordar al abandonarlo. Para mecerse con el aturdimiento gris que provoca salir de una caja tibia y llegar a una estación desconocida, cuando no sabes bien dónde ir ni qué vas a encontrar.
Dos) La ciudad prohibida por Anchee Min.
Para leerlo camino de y en Pekín, y para buscar allí las salas que aparecen en la novela.
Y recordar que, cuando se "invitaba" a una mujer al suicidio porque había hecho algo "malo", se le ofrecía un pañuelo con el que ahorcarse.
Tles) Cartas a la antigua China por Herbert Rosendorfer.
Un mandarín del siglo X viaja en el tiempo hasta la Alemania de los años 80.
Más cerca de El antropólogo inocente que de Sin noticias de Gurb. Para inspirarse antes de comenzar a escribir postales.
Cuatlo) Adiós a mi concubina por Lilian Lee.
Sobre los inicios de la revolución cultural y su intento, no siempre afortunado, de cambiar la sociedad.
Recomendable para Shanghai y antes o después de ir a la ópera. Allí, quizá a la protagonista le ofrezcan un pañuelo, no por culpa sus acciones sino como obligación al sacrificio.
Cinco) China para hipocondríacos por José Ovejero.
Para dejarnos acompañar por una voz, a veces pedante y otras, enternecedora.
Cuando te produzca extrañeza la comida, los lavabos públicos, las maneras de escupir o el comportamiento ante las taquillas y necesites comprender.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)